viernes, 10 de enero de 2014

No todos los amores que terminan, se llevan todo. Regularmente dejan retazos, que con el tiempo, subsisten en el subconsciente. Y no será un nuevo querer el que los libere, sino el recuerdo circunstancial, de lo que tanto se quiso. Y el cuerpo queda en deuda, cuando pensamos en todo lo que quedó por decir, como en todo el amor que quedó por sentir. Será por ello que hay cierto temor a los reencuentros, que hay un miedo implícito en desalojar definitivos, lo que se amó, y partió. O esa desilusión abrumadora de no encontrar, lo que alguna vez quisimos. Querer, pero evitarlo. Cada tanto te recuerdo. Casi siempre te espero. 

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