martes, 13 de julio de 2010

Hay vivencias que aunque parezcan insignificantes nos marcan a fuego. Sensaciones que queremos repetir sea como sea, cosas que nadie más que vos puede entender.
Lo que nos define como personas es el modo que tenemos de sentir. Lo que nos define como hombres es cuanto nos animamos a sentir.
¿Podes estar vivo si perdiste tu capacidad de sentir? Dejas de sentir y vas separándote de lo que alguna vez fuiste. Vas dejando de ser vos hasta olvidarte de quien sos.
¿Cómo haces para mirar adelante cuando tu vida quedó atrás?
Me duele su amor, su recuerdo, me duele acordarme de su cara, me duele no acordarme, me duele pensar que estará haciendo momento a momento.
Ayer éramos un equipo, nos completábamos, sin ella estaba vacío. Hoy tengo que arrancármela de la piel, odiarla hasta olvidarla. Antes no sabía dónde estaba, ahora no sé dónde quedó, donde quedó Mar, mi Mar, mi fratacha, mi perna adorada, donde quedó…
Antes todo significaba Mar. Atardecer, hogar a leña, chocolate, DVD, perfume, medialunas, todo. Todo significa Mar. ¿Cómo hago para arrancarla de cada cosa, de cada pensamiento?
Tendré que enojarme, enojarme con cada recuerdo, con cada vivencia. Tendré que enojarme con cada cosa que me recuerde a Mar, enojarme hasta odiarla, y odiarla hasta olvidarme de ella.

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